Es una reivindicación histórica que pronto será resuelta, o debería. El nuevo centro de educación especial Raquel Payà no es ningún capricho, es una necesidad por la que el profesorado y la directiva del centro llevan luchando años. El actual, situado junto a la entrada de Dénia, no da para más. Ya no es que se haya quedado pequeño, sino que su distribución y arquitectura, que no fue pensada para albergar un colegio de este estilo, no para de poner obstáculos a la educación de los alumnos y las alumnas.
«Estamos muy en precario». Miquel Ivars, director del Raquel Payà, insistía, en una conversación con este periódico, sobre la importancia de tener un centro en condiciones para ofrecer una educación con calidad para el alumnado. El centro actual estaba pensado para albergar no más de 50 estudiantes, pero este curso eran 79.
Desde hace 14 años cuentan con tres barracones para albergar clases, y por desgracia han intentado incluso pedir más para solventar la falta de espacios. No tienen elementos tan básicos como gimnasio o sala de profesores. De hecho, Miquel cuenta que hasta el comedor se usa muchas veces como aula.
Y ya no solo es que se haya quedado pequeño, si no que está repleto de barreras arquitectónicas que intentan lidiar con parches, que no siempre pueden cubrir todo. Los alumnos con movilidad reducida tampoco pueden trabajar en la planta superior porque en caso de emergencia no pueden hacer uso del ascensor, por lo que las instalaciones para ellos se ven reducidas a la mitad.
Esperanza en el futuro
Desde hace un tiempo ya se conoce el destino del que será el nuevo Raquel Payà. Un centro que han ayudado a diseñar los docentes del actual para que cumpla con todas las necesidades y que irá ubicado entre Madrigueres y el camí de Gandia. Según Miquel, desde Conselleria se muestran con buena voluntad y cree que la salida de la licitación será inminente una vez se apruebe el incremento del presupuesto inicial, necesario tras la inflación de precios de los materiales.
Miquel, a quien siempre se le ilumina el rostro al hablar del futuro centro, admite que estas cosas van despacio. Pero es optimista, eso sí, y sueña con poder mudarse junto a sus profesores y alumnos para el curso 2026-2027.
