Juan Bernardo Pineda nos muestra de inicio su evolución como artista, partiendo de una primera fase como bailarín y coreógrafo moderno que le lleva a investigar llegándose a encontrar en un camino sin retorno al ver que sus coreografías duraban 15 segundos o menos, pero su sorpresa salta cuando ese trabajo (“La Escalera”) se lo reconocen comprándolo el Reina Sofía y el IVAM…para su sorpresa y como muestra de que el arte discurre por caminos de locura y que los artistas conceptuales hacían tal basura en el tema coreográfico que lo suyo era canela en rama. Esto le lleva a matricularse en Bellas Artes e indagar en el lenguaje cinematográfico.
Nos mostró, de una manera muy cercana, la evolución en el tiempo y de la importancia de la coreografía y su plasmación cinematográfica. Esa evolución nos lleva a la película Matrix donde se resumen las distintas evoluciones (que nos desgranó mediante vídeos de películas a lo largo de la historia) y el entronque de la coreografía del cuerpo con la violencia. En ella se junta la coreografía en el espacio con los movimientos de cámara y un posterior montaje en el laboratorio.
Toda esta evolución se muestra en todo momento como un soporte para mostrar violencia.
Es aquí cuando Juan Bernardo se rebela, y su búsqueda consiste en apartarse de ese entronque de la coreografía y la violencia para aprovechar las técnicas cinematográficas usadas por ellos, para buscar caminos más artísticos y alejados de ella.
Terminó el acto con una puesta en común de ideas al respecto con el poco público asistente y coartada ésta, por la hora de cierre del aula de cultura.
Haré dos reflexiones al respecto de este acto: Una, que el enfoque de eliminar la violencia del arte es una tarea de todos y se inicia con la asistencia a los eventos artísticos que se nos ofrecen. Y la segunda, que recomiendo intentar ver a Juan Bernardo cuando surja la ocasión al igual que su trabajo actual cinematográfico reconocido ya mundialmente y que, a pesar de los imprevistos técnicos, pudimos paladear con el pase de un corto.
El arte es para disfrutarlo, yo solo quiero generar interés por ello, pero la crítica no me sirve porque cada uno sentimos de forma distinta y a cada uno el arte nos llega de forma especial y cada uno lo valora en función de lo que en él genera. Por eso, asistid y valorad, que en función de la cantidad de gente que disfrute del arte, menos violencia y más satisfacción personal habrá.
Javier Ruiz, Txin
www.txinpinturas.blogspot.com